Excursión a la supraconsciencia

fotografía en blanco y negro con rostro de mujer fusionado con olas en el mar

La penumbra de la habitación hacía que los cuerpos apenas fuesen perceptibles. Un ronroneo de respiraciones profundas entrelazadas formaban un mantram más propio de este plano, si bien esa era tan sólo una parte de la realidad: aquella que pertenece a lo físico, a lo tangible, a lo perenne…

La otra realidad, posiblemente la más real, se encontraba lejos, muy lejos y al mismo tiempo en el Aquí / Ahora; en ese espacio – tiempo exclusivo tan sólo de unos iniciados.

Llegado el momento me permito, siguiendo el reclamo de los asistentes, adentrarme también en ese otro universo al que se accede viajando hacia dentro de nosotros mismos, un viaje más allá de la consciencia finita, atravesando esa puerta intangible que nos transporta cual agujero negro; sólo que en esta ocasión el regreso está garantizado y el disfrute del viaje también. Una parte de mí sabe que tiene un grupo de personas, de almas, que confían plenamente en mí, y que pese a visitar esa otra dimensión mi consciencia está unida a todas ellas, como su guardián en este caso; sabiéndome  Uno.  Ellos  no  saben  que  lo saben pero lo perciben con el cuerpo que no es de aquí; con ese cuerpo cuyo lenguaje es la Luz, manifestación plena de lo que Es; de lo que Somos.

A mi regreso una sorpresa: no encuentro a mi yo sino a mis yoes… Una figura,  un  recipiente  de  mi  mismo está en el centro de la sala, de pie, rodeado de figuras luminosas; los cuerpos no son cuerpos, o si lo son pero la consciencia no se haya limitada a una mente, a un cerebro. Tras la sorpresa y siguiendo un acto intuitivo me inserto en ese mi mismo; soy una especie de muñeca rusa ¡Yo una Matrioska! Me siento raro: sé de dónde vengo; tengo un recuerdo impregnado en mi ser de luz, en mi alma, una experiencia vívida que escapa a la mediocridad de los cinco sentidos; incluso se atreve a ir más allá del sexto. Pero ningún recuerdo de mi otro yo en ese “espacio” intermedio. Se acerca el tiempo señalado. Aunque soy consciente de que el tiempo no existe, lo soy todavía más de que existe todavía una condición: el cuerpo. Y él si se rige por la ilusión; se entremezcla en esa red de falsos propósitos de la que sólo Maya puede ser artífice.

Mis dos yoes regresan al cuerpo tendido en la colchoneta: destino final. Soy el guardián. Voluntad. Responsabilidad. Debo convocar al resto a tomar de nuevo control de sus cuerpos; jamás lo han perdido, pero la belleza de la experiencia siempre les hace regresar al momento de cuando éramos niños y tocaba levantarse: -No le he oído. -Un poquito más -Noo, no quiero. Pero somos adultos, por lo menos biológicamente, y la mayoría de edad espiritual aún no ha sido alcanzada… al menos no por mí. Los cuerpos se mueven de forma patosa. Los ojos se resienten; no quieren abrirse. No quieren perder la magia que todavía queda impregnada en ¿la retina? Y sé que lo inevitable está por llegar. Siempre ocurre en todos los talleres. -¿Por qué? -¿Por qué has tenido que encender la luz? -¡Yo no quería regresar! ¡En este momento me caes mal!

Invito al silencio. Invito a escribir la parte de esos recuerdos que aún quedan en algún lugar de la consciencia. Una extraña sensación de saber sin saber cómo, de sentir sin recordar del todo. La Metamúsica©, el Hemi-Sync © sigue ayudando a enfocar en este nivel de consciencia parte de la experiencia; los retazos de la otra realidad.

Intentamos poner en palabras. Compartimos. Inquirimos:

-No sé cómo describirlo. No tenía percepción de mi misma como un ser individual. Por supuesto sabía que era yo pero… era otro Yo… Me sentía formar parte de algo más grande…

-A mí me ha pasado algo parecido. No sentía los límites de mi cuerpo. Era como si me hubiese expandido pero tampoco me sentía en el espacio… o me sentía en todos los espacios… Estaba aquí y en todas partes… y con plena consciencia de todo ello…

-Ha pasado algo dentro de mí… no sé cómo explicarlo… Al empezar el ejercicio estaba enfadada; muy enfadada con algunas personas en concreto. Y me he encontrado con ellas en mi experiencia ¡pero era incapaz de sentir enfado!  Era  como  si  la  parte  de  mi  que  se  sentía  herida  realmente  no formase parte de ese otro yo; de mi auténtico Yo. Y al observarlas, no las percibía como aquellas personas hirientes que me agreden… Percibía que lo que yo sentía como agresión era en el fondo la expresión de su miedo; su coraza. No podía evitar sentir compasión por ellas y verme reflejada también en su comportamiento…

-Daniel ¿qué es todo esto? ¿Es real?

Me asaltan recuerdos de mis inicios. Momentos de una extraña perplejidad y entusiasmo. Una sensación de sed de comprensión; de conocer-me.

-Veréis… Hemos abierto una puerta y nos ha llevado más allá de la conciencia cotidiana. Hemos viajado por la Supraconsciencia. La sincronización de los hemisferios alcanzada a través del Hemi-Sync© nos ha permitido entran en un estado de percepción modificado y nos ha ayudado a conectar con esa parte de nosotros mismos que no se rige por el espacio- tiempo  lineal.  Los  seres  humanos  tenemos  una  herencia,  un  legado espiritual, y nuestro cerebro viene preparado de serie para que percibamos desde esa otra realidad. Gracias a las frecuencias de sonido con que facilitamos el proceso, iniciamos un viaje hacia la Esencia. Somos mucho más que un cuerpo físico y podemos percibir más allá de las limitaciones de la materia física. Somos espíritu, alma, parte divina del Cosmos. Para cada uno de nosotros esas experiencias son reales; son nuestras y nadie nos las puede arrebatar. Las hemos vivido desde una parte de nuestro Ser que no se contenta con menos que la Autenticidad.

-Y estos estados ¿no pueden ser perjudiciales? ¿Desconectarnos de la realidad?

-Os habéis sentido formar parte de algo mucho más transcendente que la persona cotidiana preocupada por el dinero, el estrés… Os habéis desidentificado de emociones negativas… del rencor… y habéis conectado con la compasión desde una perspectiva podríamos decir búdica o crística… Sentís una especie de contento interior; de esperanza inexplicable pese a los tiempos que corren… ¿Y a que tenéis ganas de integraros más en la sociedad? ¿De compartir? ¿De ser instrumentos de armonía y felicidad? Mientras los “peligros” sean estos ¡yo firmo!

-¿Y ahora qué?

– Pues a seguir avanzando. Tenemos mucho que experimentar y ese libro formado por páginas que son espejos tiene muchas y me encantará que las leamos todas y compartamos su contenido. Además, tenemos una etapa pendiente: Liberar el Corazón. Sólo dejando atrás los miedos, las dudas, poniendo límites sanos podremos entonces ser nosotros mismos y nuestra luz propia brillará. Abrir nuestro corazón a la vida, a los demás, nos hará más fuertes. Pensar en que ello nos hace más vulnerables es una ilusión; una trampa. Todos nosotros nos merecemos mucho más. Nos merecemos ser felices; no por lo que tenemos, sino por lo que somos.

– Por cierto ¡me ha parecido ver a dos Daniel!

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